«Dile a la lluvia que deje de repetir tu nombre.
Se hacen cada vez más profundos los charcos
repletos de suspiros desbocados y salvajes
que desean escapar a través de la seca garganta.
Dile al viento que deje de repetir tu nombre.
El bullicio de ésta ciudad es insuficiente para callar
los ecos de tu voz, que retumban en mi pensar
tras cada segundo que nace y muere sin ti.
Dile a la luna que deje de repetir tu nombre.
Suficiente estruendo hacen los aullidos dolorosos
que emanan de mi alma, cuando la nada se expande
en la inmensidad de éstas sábanas, y caen las
astillas apolilladas de este corazón cuando no estás.»
No hay comentarios.:
Publicar un comentario